Docencia y transmisión de valores y experiencias.
Hace poco más de 2 años que tuve el privilegio de poder colaborar como docente en la University MSMK (Pearson). Un honor auténtico ya que se me presentó la ocasión de poder devolver a jóvenes parte de todo lo que la vida a mi me ha ido dando: trabajo, experiencia, conocimientos, desarrollo de habilidades y competencias… algún que otro mal rato también… Aprovecho esta ocasión para agradecer a las personas que lo han hecho posible.
Hoy deseo compartir con vosotr@s algunas reflexiones relativas al valor del formador como transmisor de esas experiencias y valores.
Los docentes, en todos los ciclos, constituyen un modelo al que imitar o del que tomar referencias para mejorar. Normalmente no somos conscientes de lo que transmitimos de forma no consciente con nuestros comentarios, con nuestra actitud y la forma de transmitir nuestras experiencias a los alumnos. Los alumnos toman lo bueno de sus figuras representativas pero también lo malo, por lo que de forma indirecta el docente es un transmisor también de valores.
Pero, ¿qué son los valores dentro del contexto de la docencia?
Los valores pueden definirse como aquellos pilares sobre los que se asienta la vida de una persona, aquello a lo que da importancia. Los valores constituyen, en gran medida, nuestras preferencias, están presentes en lo que expresamos o comunicamos, en nuestras interacciones sociales y en la interpretación que hacemos de las situaciones y del mundo externo (e interno). Los valores están presentes (o deberían estarlo) en las decisiones importantes que tomamos y se ponen de manifiesto también en como nos comportamos.
Estos valores que los docentes transmiten tienen vital importancia en las etapas tempranas de la educación pero también, y de manera muy significativa, en el contexto universitario donde los jóvenes se forman y preparan para abordar su entrada al mercado laboral. En estas etapas los estudiantes deciden a qué quieren dedicarse, forjan sus ilusiones y sus sueños y empiezan a trazar sus primeros planes de acción para alcanzar sus metas profesionales.
Como formadores, tenemos aquí un papel fundamental, y una enorme responsabilidad, ya que al margen de los contenidos que impartamos, somos transmisores de nuestras experiencias, de nuestros anhelos y frustraciones de forma inconsciente. Debemos ser capaces de aportar recursos, más allá de los contenidos académicos, para que estos jóvenes sean capaces de autorregular sus emociones, de despertarles y facilitarles el desarrollo de sus capacidades analíticas, de inculcarles, a través de un espíritu y liderazgo inspirador, una motivación que transcienda de lo extrínseco a lo intrínseco, de tal forma que les permita permanecer motivados y con una enorme actitud positiva capaz de afrontar y superar cualquier obstáculo que se les pueda ir apareciendo hasta lograr sus primeros retos profesionales.
Por todo ello, y yéndome a mi lado más idealista, sería magnífico ser capaces también de propiciar y favorecer una comprensión crítica sobre el mundo que nos ha tocado vivir, e invitarles a transformar, desde su vitalidad y talento este mundo en uno más justo, equitativo y honesto.
¿Tú que opinas? ¿Has sentido algo similar desde tu ámbito profesional? Me encantaría poder saber qué piensas al respecto.
Un saludo y feliz día a tod@s
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