Cómo no caer en la tiranía de nuestros propios objetivos.
Plantearse objetivos de nuevo año es un hábito no solo en el ámbito empresarial o profesional sino también, como todos sabemos, en el ámbito personal. El problema es que muchas veces no definimos esos objetivos de forma precisa, nos planteamos demasiadas metas o no estamos realmente comprometidos con ellas de tal forma que a medida que avanza el año sentimos que esos objetivos se han convertido en una pesada carga difícil de liberar.
Plantearse nuevos retos en base a los aprendizajes dejados atrás es algo necesario y que te invito a hacer, pero de forma correcta. Vamos a intentar no terminar exhaustos en el empeño de conseguir objetivos inalcanzables, de no priorizar nuestros valores esenciales y no caer en la desmotivación al tratar de conseguir metas que realmente no eran nuestras.
¿Cómo podemos encontrar entonces el equilibrio?
Aquí te dejo 3 consejos para que tus objetivos no te asfixien:
1. Ten claros tus valores y prioridades.
Sí, sé que esto parece algo obvio pero muchas veces nos dejamos atrás algo que realmente es importante, nuestros valores. Ten en cuenta que si los objetivos que te planteas no están alineados con tus valores te va a resultar difícil (sino imposible) llegar a ellos con éxito y sin desgastarte física y emocionalmente. Los valores son diferentes en cada persona, te invito a que identifiques los tuyos con profundidad y transparencia, si juzgarte, sin ponerte límites. A veces nos atribuimos valores que creemos que debemos tener porque son los que la mayoría de personas de nuestro entorno defienden, pero no tiene por qué ser así. Permítete descubrirlos sin tapujos. Los valores también cambian a lo largo de nuestra vida por lo que aquello que ayer era tan importante para ti puede ser que ahora no lo sea. Permítete también ese cambio.
Si tus objetivos no están alineados con tus valores te va a resultar difícil llegar a ellos con éxito y sin desgastarte física y emocionalmente.
2. Plantéate objetivos a corto, medio y largo plazo.
No trates de abordar todos los temas en un primer momento porque lo único que conseguirás es saturarte. Tampoco lo dejes todo «para luego», pues caerás entonces en el bucle de la inacción. Divide los grandes objetivos en pequeñas metas, distribúyelas en el tiempo y revisa de forma periódica tu evolución, hasta donde has llegado y replantea los objetivos si es necesario. Muchas veces el esfuerzo invertido y el vínculo emocional con aquello que nos proponemos no nos deja ver con claridad si éste era demasiado ambicioso o no nos permite ver vías mejores de alcanzarlo.
3. Disfruta del camino.
No te olvides tampoco de disfrutar del proceso. Hay muchas formas de alcanzar un objetivo, plantéate un plan de acción alineado nuevamente con tus valores, que encaje contigo y con tu estilo de vida. Recuerda que si el proceso supone para ti mucho más estrés del que puedes asumir el proceso se convertirá en un castigo que te desgastará por completo. No seas demasiado ambicioso con lo que puedes conseguir y trata de disfrutar de los aprendizajes, de los errores y desviaciones que sufras a lo largo del camino. Permítete disfrutar.
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